aqui voy a ir recopilando cosas que encuentro por ahi y q me parece que os puedan interesar
y mas cosas que se ma vayan ocurriendo
espero que os guste

martes, 8 de noviembre de 2011

Cómo “adiestrar” a un marido

La inspiración es caprichosa y a Amy le pilló rodeada de delfines, orcas, monos... Encontró este hábitat en tierras civilizadas, en el Moorpark College, en California, es una universidad para entrenadores de animales exóticos. El plan inicial era infiltrarse entre los alumnos durante un año y escribir un libro. Lo logró (Pateada, mordida y arañada, 2006) y, de paso, les sacó partido a sus conocimientos. Sus primeros conejillos de indias fueron sus perros -un blanco fácil-; luego su familia, amigos y vecinos. Pero nadie respondió tan bien a sus técnicas como su marido. Scott y ella llevaban casados 13 años y su matrimonio funcionaba sin peligro de divorcio, pero con roces y peleas tontas. Los pecados de Scott no eran capitales -despistado, impuntual, con tendencia a perder las llaves y dejar la ropa sucia en el suelo...-, pero complicaban la convivencia. Yo le echaba la bronca y él me mangoneaba. Eso provoca un desgaste innecesario, explica. Pero encontró remedio: el método de aprendizaje progresivo animal, basado en teorías psicológicas como el conductismo. Somos más complicados, pero hay principios que afectan a todas las especies. Por ejemplo, tendemos a repetir lo que tiene resultados positivos. Por eso, si un hombre hace la compra y su mujer se lo agradece con un beso, es muy posible que vuelva a hacerlo. Como los delfines Su técnica es puro sentido común: ignora el comportamiento que no te gusta y recompensa el deseado. Cuando Scott olvidó sus llaves -explica-, pensé qué haría un entrenador de delfines: nada. Así que lo ignoré. Igual que si dejaba la ropa sucia en el suelo. Pasaba por encima, aunque a veces le daba una patada para meterla debajo de la cama.... Y si metía algo en la cesta de la ropa, Amy le daba un beso como quien le da una galleta al perro. Más reglas de oro: no hay dominadores y dominados, la sumisión no es el objetivo. Los adiestradores no entrenan a los animales para domesticarlos, sino para comunicarse con ellos, señala. Además, aprendió un mantra repetido hasta la saciedad entre los entrenadores: Nunca es culpa del animal. Por eso, hay que descartar el castigo y usar la creatividad.Las buenas noticias son que el método Sutherland, según su inventora, puede aplicarse a cualquier interacción humana, hijos incluidos. Todos necesitamos entrenamiento: maridos, mujeres, hermanos... Y el de los niños es de manual: mientras se portan bien no se les hace ni caso y cuando enredan se les presta demasiada atención. Y eso no es todo. El jefe también puede ser un blanco perfecto. Si impone su opinión a gritos, no hay que mostrar disgusto, enfado ni angustia. Repite conmigo: Ignorar el comportamiento no deseado. Sutherland no ha esquivado la polémica. Su carta a la edición digital del New York Times contando su experiencia fue el artículo más enviado en 2006. Esa repercusión tuvo dos efectos. Por un lado, se paseó por las televisiones, firmó un contrato editorial y vendió los derechos a Hollywood. Por otro, le llovieron las críticas por comparar a su marido con un animal y evocar una visión retrógrada del matrimonio. Pero ella se defiende: Es una manera legítima y directa de comunicación. La manipulación implica tratar de que alguien haga algo que no quiere. Ése no ha sido mi objetivo. Además, en su opinión, todos tratamos de cambiar el comportamiento de quienes nos rodean, sobre todo las parejas.¿Y Scott? Es tímido y le costó aceptar que se supieran sus hábitos. Además, liquidó su venganza con la misma moneda: Cuando se dio cuenta de que utilizaba esa técnica, empezó a usarla conmigo, reconoce Amy. Dice que los dos han ganado y gozan de una relación más sana. Y confiesa que la terapia surtió más efecto en ella: Ahora soy más optimista, tengo menos prejuicios, más paciencia y autocontrol. La que más ha cambiado he sido yo. 5 pasos para entrenar a tu pareja 1.Fomenta el comportamiento que deseas y asegúrate de recompensarlo. Es fácil concentrarse en lo que odias que haga tu marido y dar por sentadas lo que te encantan de él, dice Sutherland. 2. Ignora las actitudes que no te gusten. Según los entrenadores de animales, prestar demasiada atención a los comportamientos negativos puede, inconscientemente, reforzarlos y perpetuarlos. 3. Sé más flexible y creativa. Si una técnica que estás empleando no funciona, trata de hacerlo de otra manera. Y recuerda la frase de los entrenadores: Nunca es culpa del animal, señala la periodista. 4. Da pequeños pasos. Un adiestrador no esperaría que un delfín diera una voltereta al primer intento. A veces, pretendes que tu pareja cambie sus hábitos de repente. Por eso, recompensa cualquier progreso. 5. No te tomes las cosas a pecho: el comportamiento es sólo comportamiento. Si Scott dejaba la ropa tirada, yo lo interpretada como que no me quería. Pero no era un reflejo de sus sentimientos.

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